Día 3. 24 de mayo. Aya Sofia

Hoy es martes, cierran Top Kapi, pero abren Aya Sofia. Allá que nos vamos, madrugando, por supuesto, para evitar las colas interminables. A las 08.30 horas ya estamos en la puerta de entrada, cerrada, por supuesto, pero los primeros... Hasta que llega un grupo de franceses, con una guía turca. El domingo habíamos visto dos colas, una para sacar las entradas, y otra para los que esperan ya con la entrada en la mano, así que pensamos que tendríamos que hacer las dos colas. La guía nos sacó de dudas. La cola de los que llevan entrada era para grupos, así que nosotros nos quedamos en "la buena", la de la izquierda.

Llega la hora y por fin nos abren. Compramos las entradas, pasamos por un arco de seguridad, y nos encaminamos a la entrada del museo, pues eso es ahora, situada en la fachada norte. No podeis imaginaros la sensación al ver aquel espectáculo. Igual con la foto os haceis una idea.


Es sencillamente espectacular. Para nosotros resultó lo más impresionante. Más que el interior de las mezquitas, aunque para gustos se hicieron los colores. Para mí la belleza de la mezquita azul está en el exterior (y eso que es bellísima), pero la de Aya Sofia está en su interior. Tanta lámpara, tanta luz, tanta altura, sus mosaícos. En fin, nos quedamos sin palabras.


Como ya he dicho antes, no quiero convertir este blog en un libro de arte, sino más bien en contar nuestras vivencias. Y por eso os diré que, ya sólo por el interior de Aya Sofia, merece la pena venir a Estambul, aunque sería totalmente injusto quedarnos sólo con esto. Esta ciudad tiene tantísimos lugares que ver...

Tras esta visita nos encaminamos al museo de arqueología. No lo tenínamos inicialmente en el plan, pero una compañera de trabajo me lo sugirió, y entre esto y lo que nos decían las guías, tomamos en casa la decisión de "ponerlo en el plan".

Efectivamente la visita merece la pena, pues su colección es muy valiosa, además de muy extensa. Destacan entre otras piezas el sarcófago de Alejandro, que no tiene nada que envidiar a los egipcios.


También hay una buena colección de mosaicos romanos, de más sarcófagos, figuras, etc, y un tratado muy importante, el de Kadesh, que firmó Ramsés II con los hititas.

Luego de visitar estos dos lugares grandiosos, decidimos meternos en algún sitio más o menos típico, que no fuera el Enjoyer, a tomar algo... Así que de camino al hotel paramos en la calle Alemdar en un sitio que nos había llamado la atención, porque en un ventanal a la vista de todos los transeúntes, unas cocineras hacían golezme (plato típico turco que consiste en una especie de tortilla de masa rellena con diversos ingredientes) . El sitio se llamaba The Han. Pedimos un plato de golezme variado para compartir, y dos ensaladas César, más una botella de agua, para clavarnos alrededor de unos 30 euros. Esta fue la segunda vez que nos timaron. La primera, con el simit de 7 liras junto a Aya Sofia del domingo.

Al terminar, nos fuimos al hotel a descansar, para seguir el plan de la tarde, pasar a la parte asíática para ver Uskudar, y desde allí ver la puesta de sol. Y eso hicimos, a eso de las 19.00 horas bajamos a los muelles de Eminonu y nos cogimos un barco. A medida que avanzaban los días, el cansancio era mayor, y el tiempo de descanso en el hotel se hacía cada vez más necesario.

El sistema de transporte público turco es muy interesante. Va con fichas, que se llaman jetones, y que cuestan 0,75 liras turcas. Cada viaje una ficha, y se sacan en máquinas que hay en los muelles, y muy cerca de las paradas de tranvías. Así que sacamos nuestras fichas, preguntamos la hora de vuelta del último barco (22.30 horas), y nos fuimos a Uskudar.

Llegamos aún bastante pronto, de modo que estuvimos andando bordeando el mar hasta llegar a una zona que se utiliza como mirador, con forma de terrazas, desde donde poder ver la parte europea. La vista era muy bonita, pero reconozco que nos decepcionó un poco porque el sol en esta época del año se pone muy al norte, y desde donde estábamos caía más a la derecha de la torre Gálata.


Aún así, como decía, la vista era bonita, con la torre de Leandro en primer término. Cuando anochece iluminan los monumentos, y pudimos ver el palacio Dolmabahce, la torre Gálata, Top Kapi, Aya Sofía y la mezquita azul iluminados, aunque tampoco estuvimos mucho tiempo, porque allí hacía un frío bastante intenso.

A eso del 21.45 estábamos de vuelta en la parte europea, bastante cansados, sin ganar de subir a Sultanahmet para cenar, de forma que nos quedamos en un Burguer King que hay frente a la parada de tranvía de Sirkeçi, nos tomamos algo, y después nos fuimos al hotel a descansar.

Otro día muy intenso, agotador.

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